miércoles, 8 de abril de 2015

Cinéfilos: la monstruosa búsqueda de la belleza


Ayer fue un gran día. Después de una jornada muy estresante, terminé en un pub con un montón de nuevos coleguis cinéfilos. El tiempo pasó, el tiempo voló, y la gente se fue retirando hasta que, de repente, tres amigos y yo nos dimos cuenta de que no quedaba ni un alma en el local. La barra estaba vacía, los sofás deshabitados, y cuatro ojos nos miraban con recelo mientras recogían los vasos que otros clientes habían dejado en las mesas.

Quizás fueron las pintas las que nos hicieron hablar hasta horas británicamente impensables, o quizás fue la anticipada tristeza de saber que nuestros caminos se separarían hasta Dios sabe cuándo, pero lo que estaba claro es que la larga conversación que tuvimos fue tan única que ninguno de nosotros quería que acabase. Hablamos de todo: de idiomas, de música, de comida, de colegas a los que no soportábamos… y de cine.

Hoy, después de haber pagado el precio de haber tomado toda la cerveza que no he bebido en un mes, he estado pensando mucho en todo lo hablado durante este tiempo de descanso y me he dado cuenta de que Jerry no es tan raro como algunos de vosotros creéis. Puedo ser bruto y a veces demasiado sentimental, pero no dejo de ser un cinéfilo más. Un cinéfilo que, como tantos otros, comparte una serie de características que sí son únicas. Me explicaré.


 1. No nos gusta la responsabilidad. Y aun menos que nos acompañen al cine.
No es ninguna broma. Todos los cinéfilos sentimos una descarada carga sobre nuestros hombros cada vez que vamos al cine con alguien que no es tan apasionado como nosotros. Nuestros compañeros de sala, como conocen nuestra condición de cinéfilos enloquecidos, no esperan que les llevemos a ver una película buena, sino una película que les guste. Y eso, señores, es como hacer malabares boca abajo con cinco melones mientras juegas a ser un ventilador en el techo de tu casa. Las expectativas son una de las peores enemigas a las que todo espectador se enfrenta, y éstas son muy superiores cuando tu acompañante es un cinéfilo. Lo sabéis. Aún recuerdo el día en el que fui a ver Young Adult: a la salida del cine, mis amigos sólo escupían sapos, salamandras y serpientes de cascabel por la boca y, un servidor, notaba cómo sus pasos le hundían cada vez más en una sombría y traumática depresión cinéfila porque había sido yo el que había escogido la película. Y eso no es justo, buitres, así que si queréis ir al cine con nosotros, madurad y asumid que nosotros no somos los responsables de nada. Porque, aunque no nos lo digáis, todos sabemos que nos hacéis responsables de todos los infortunios que os pasan en la sala. Y no, ni se os ocurra dejar caer que somos unos paranoicos.

2. Nunca elegimos película.
Por el descaro y la desvergüenza que nuestros acompañantes no-cinéfilos demuestran siempre que peregrinan al templo con nosotros, al llegar a la meta nos convertimos en las personas con menos iniciativa del mundo. Ya nos pueden someter a la peor de las torturas, que nuestros labios permanecerán sellados. Somos leales a nuestros principios y, como muy bien acabo de explicar, no me da la gana elegir una película porque no me da la gana de que me culpes de todo y de nada. Así que elegid vosotros, que para eso tenéis un descarado buen gusto cinematográfico.

3. Mentimos como ratas.
No sé si estabais al tanto, pero por si no lo sabíais, las ratas son unas mentirosas, y los cinéfilos somos tan desgraciados como ellas. No sólo nadie nos quiere, sino que vivimos en las sombras de las salas y la única forma de encontrarnos es buscando dos puntos brillantes en la densa oscuridad. Unos puntos que no son más que nuestros ojos inyectados en sangre, tan cegadores como el fulgor de una super nova, y tan dispuestos a juzgar, prejuzgar y re-juzgar a todo espectador que nos moleste lo más mínimo. Como venía diciendo, somos igual de mentirosos y tramposos que las ratas: a pesar de que nunca elijamos la película que vamos a ver, cuando nuestro acompañante decide ver una película que claramente es peor que Transformers, entonamos unos intimidantes y poderosos “Bfff… la verdad es que esa película no te va a gustar ¿eh? No es de tu estilo para nada”, “El otro día la vio Pepito y me dijo que se salió de la sala la mitad del público, Tío no, otra... Que esa ya la he visto”. Y, oye, funciona.


4. No nos gusta ver películas en casa con gente.
Cuando mis padres se quejan de que no veo películas ni con ellos, ni con mis hermanos, siempre les contesto algo parecido a “Es que la película que estáis viendo ya la he visto” o “Puf, es que esa película es aburridísima seguro”. Sin embargo, hay otras muchas razones por las que no nos gusta sentarnos en el salón de casa y ver películas con nuestras familias. Para empezar, no soportamos la publicidad porque los anuncios pueden ser útiles para ir al baño, pero rompen la sinapsis que todo cinéfilo establece con el filme. Además, tampoco nos gusta ver películas que ya han empezado. Aunque lo haya hecho hace sólo cinco minutos, esos trescientos segundos son lo suficientemente importantes como para que rechacemos la invitación. Eso sí, la razón de más peso de todas es que nos hierve la sangre cada vez que vemos una película en casa y tenemos que soportar el “Dadle a pausa que tengo que ir al baño”, ronquido, “Pero esta película es malísima ¿no?”, ronquido-ronquido, "Tssss... que estás roncando", brrrrr-taca-taca-taca, "Deja el móvil", “No me estoy enterando de nada”, ronquido-ronquido-ronquido, tacatacatacata-ronquido-tssss-pis-caca-boom. Está claro que si no os enteráis de nada, es porque estáis haciendo de todo menos ver la película: los seres humanos estamos configurados para que, cada vez que le demos al play, nuestro sistema nervioso se colapse y no nos deje hacer nada más que ver la santa película. Así que, como estoy seguro que comprenderéis, no es compatible jugar al ordenador y ver una película al mismo tiempo, no es decoroso ponerse a hablar por teléfono cuando alguien está viendo una película en el salón, y no queréis ver cómo nos transformamos en Hulk. Así que no, no vemos películas con gente. Somos así.

5. Las películas que nos compramos son para nosotros. Y las que compramos a nuestros familiares, también.
Los cinéfilos podemos llegar a ser muy egoístas. Cuando nos compramos una película, nos la compramos para nosotros y, si alguien quiere utilizarla, tiene que pedir permiso, y nosotros ya veremos qué hacemos. No sé por qué es tan difícil entender que para nosotros las películas son como el caviar caro. Sin embargo, también es cierto que cuando compramos a un familiar una película, indirectamente nos la estamos comprando a nosotros mismos. Simplemente utilizamos la excusa del regalo para gastarnos ese dinero sin sentirnos culpables. El “Esta película te va a encantar” no lo decimos gratuitamente, lo decimos sólo cuando queremos decir que “Esta película te va a encantar… A ti, y a mí”.


6. Las películas que nos compramos las vemos nosotros antes.
No oses quitar el plástico que envuelve la maldita película que me acabo de comprar antes de que yo lo haga, porque para nosotros hacerlo es como un ritual sagrado. No utilizamos incienso, ropa especial, ni venas aromáticas (sí, malditas venas aromáticas ¿vale? que aquí hay que explicarlo todo), pero a lo mejor algún sacrificio se nos puede antojar si tienes el poco cuidado de ensuciar con tus manos nuestra caja. Así que no te atrevas ni a abrir el DVD antes que yo, ni a ver la película antes que yo aunque yo ya le haya quitado el plástico. Porque es mía y no tuya, y porque no me da la gana de tener que estar evitando spoilers por el simple hecho de que hayas decidido ver antes que yo lo que me pertenece. Cero tolerancia a la evasión de spoilers. Cero.

7. Odiamos que nos habléis de cine si no tenéis ni idea de cine.
Yo entiendo que a todo el mundo le puede gustar más o menos ir al cine, pero lo que no me entra en la cabeza es que la gente, por sacar tema de conversación o por hacer la pelota, se haga el entendido conmigo. Si no entiendes de cine, no entiendes y no pasa nada. Porque ni el Oscar lo ha ganado ese actor por esa película, ni la banda sonora original incluye la canción de Coldplay que sale en el trailer, ni la película que tanto te gusta va a dejar de ser menos mala por muchas veces que me digas lo contrario o por muchos argumentos que me des. Así no funciona el mundo ni la cabeza de monstruos como yo.

8. Cuando os aburráis en casa, no nos escribáis un WhatsApp pidiéndonos que os recomendemos una película para matar vuestro aburrimiento.
El cine en sí mismo es un arte, pero ver una película también, así que no intentéis que os demos una solución cinéfila a vuestro aburrimiento porque ni tu cabeza es la mía ni América se descubrió en dos días. Cada vez que alguien me dice “Jerry, me aburro. Recomiéndame una película”, siento una inmensa frustración que sólo puedo consolar con un agotado “¿Qué género te apetece ver?”. Si me pillas de buen humor, quizás le de una o dos vueltas a tu pregunta y te mandaré una lista larguísima de títulos que podrían satisfacer tus obscenas necesidades de ver películas online, pero si no estoy de buenas pulgas te diré que te vayas a freír espárragos y que, de paso, la próxima vez que tengas la misma duda, acudas a mi blog. Que para algo está.


Casi todos los cinéfilos somos monstruos y, conforme nos vamos sumergiendo en las profundidades de la cinefilia, nos vamos convirtiendo en monstruos más exigentes, más maniáticos, menos pacientes y hasta más soberbios. Sin embargo, y como muy bien nos dijo Peter Hollywood a mis tres monstruosos amigos y a mí, es la gente como nosotros la que mantiene viva la llama del cine: esa llama que alimenta las almas de miles de personas que, cuando acuden a una sala, lo hacen con la intención de ver algo bonito. De contemplar belleza.

Sí, señores. Ayer, después de esa ya olvidada cantidad de pintas, la palabra que más se oía en nuestra mesa mientras hablábamos del Séptimo Arte era “belleza”. Porque el cine es belleza, y ni todo el mundo es capaz de apreciarla, ni todo el mundo la ve igual. 

Pero así es, y así somos.

Jerry

PD para familia y amigos: a pesar de todo lo dicho, os quiero tal y como sois.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...