miércoles, 9 de noviembre de 2011

CRÍTICA ESPECIAL: Más Allá de la Vida [Hereafter] y los Paladares Cinéfilos

Una vez comentamos, ya hace varios meses, que para nosotros el cine no era ni más ni menos que un arte subjetivo, aunque todos sabemos que, a pesar de eso, tiene ciertos aspectos claramente objetivos: buen manejo de la cámara, buenas actuaciones, etc. Sin embargo, yo siempre digo que el cine es exactamente como una comida: puede estar demasiado salado, demasiado dulce, muy picante… Y, aunque el sabor sea un hecho objetivable, los paladares los hay de muchos gustos y preferencias…

Ejemplificando esta idea podría proponer que a una amiga mía le puede encantar una comida muy picante, del tipo que hace que tu boca salga ardiendo, mientras que a otro amigo pueden gustarle esos platos de comida que te dejan el estómago más lleno que el bolso de Mary Poppins… Y a otro puede gustarle más una buena tarta llena de azúcar que te provoca una hiperglucemia de esas en las que crees que el mundo es un lugar pintado de… azúcar.

Sí... El cine, independientemente de que pueda estar muy salado, pueda ser extremadamente  dulce, o pueda hacer arder tus entrañas, puede terminar gustando y provocando una reacción placentera al paladar de distintos espectadores. ¿O no?

Pues bien, toda esta opinión, del todo culinaria, que os acabo de contar viene referida a un polémico filme llamado Más Allá de La Vida (Hereafter), una película de Clint Eastwood que suscitó bastantes críticas y que defraudó a muchos espectadores…

● Año: 2010.
● Director: Clint Eastwood.
● Cast: Matt Damon, Cécile de France, Frankie McLaren
● Música: Clint Eastwood
● Duración: 129min.
● Nominaciones a los Óscar: Mejores Efectos Especiales.

Esta película nos cuenta la historia de cómo un médium/parapsicólogo (Matt Damon) retirado y harto de que su capacidad para ponerse en contacto con los difuntos se infiltre en su vida y le arrebate todo lo que él desea, se da cuenta de que hay virtudes excepcionales de las que no se puede rehuir, sino abrazar.

¿Y cómo se da cuenta de esto nuestro protagonista? A través de una joven periodista francesa que experimentó la muerte en el Tsunami que arrasó las costas asiáticas en el año 2004 y de un crío londinense que ha perdido a un familiar muy querido y quiere, a toda costa, comunicarse con él.


● El Entrante.
Cuando vamos a comer a un restaurante y, por una razón u otra (ya sea porque “invita la empresa” o porque, simplemente, tenemos dinero), nos pedimos un entrante, siempre intentamos pedir aquel que tanto nos gusta o algún otro que sabemos que nos va a gustar. Siempre sin intentar arriesgar mucho.

¿Por qué? Pues bien, porque el entrante definirá nuestras expectativas del resto de la comida. Si no acertamos, nuestras expectativas caerán en un pozo sin fondo, nuestra boca se quedará con ese sabor que tan asqueroso nos ha parecido y nos enfadaremos con, o bien el amigo que nos ha engañado para pedir ese desafortunado entrante, o bien con nuestra tozudez (“¡Bah! Mejor no pedimos los nachos con queso, que tenemos que variar un poco…”). Qué malo es el cambio ¿eh?

Con las películas, pasa igual.

En el caso de este filme, el inicio de la misma es de sobresaliente, por no decir de matrícula de honor: es dramático, intenso, agobiante y del todo atractivo. Así que, después de haberlo visto, estaremos más que satisfechos y esperaremos inquietos a que el resto de la película nos muestre un espectáculo que esté a la misma altura


● La Compañía.
La compañía, en cualquier evento, es algo de tremenda importancia. La compañía cuasi-perfecta es la de “La Novia” o “El Novio”, dado que la relación nace del respeto (como decían Los Happiness en “Amo a Laura”) y, pase lo que pase, la pareja se va a complementar de forma increíble: que si se comparte un plato a medias, que si ella se pide un no-sé-qué y él un no-sé-cuántos para luego intercambiar, que si él le invita a ella a cenar… ¡Todo es armonía! Pero, cuando llegan los amigos… todo cambia.

Si a una cena/comida nos llevamos a nuestro amigo “El Graciosillo” todos sabemos de qué estilo será la velada: divertida, intensa, con risas, bromas y chillidos. En definitiva, diversión en estado puro. Así, a cualquiera se le olvidan sus penas al dejarse embriagar por los chistes y los comentarios espontáneos de su amigo…

Por otra parte, si “El Graciosillo” no viene y, sin embargo, sí que lo hace “El Dramático”, todos sabremos que la jornada se limitará a hablar de experiencias personales intensas y melodramáticas… En ella, tendremos que tener los cinco sentidos en pleno funcionamiento porque se espera que todos y cada uno de los integrantes de la velada vuelquen toda su atención en lo que se está diciendo. A no ser que nuestro amigo “El Pasota” esté entre nosotros…

Si “El Pasota” se encuentra en la mesa, podemos esperar que el papel protagonista de “El Dramático” sea desplazado gracias a sus comentarios inoportunos o insensibles. Con “El Graciosillo”, sin embargo, “El Pasota” se complementa bien: no hay nada que se pueda tomar en serio ya que todo lo dicho o hecho se basará en el puro entretenimiento… Pero con “El Dramático VS El Pasota” estaremos presenciando un “Piedra, Papel o Tijera” en la que el papel se estará enfrentando constantemente con una afiladísima tijera que, desgraciadamente, suele tener gancho (repito: “suele”).

A pesar de dicho gancho, “El Pasota” sabe estropear las cosas. Se le da fenomenal: resopla, se mueve en la silla, gruñe, mira el reloj, saca el móvil y se pone a chatear por el Whatsapp, habla de temas que no son los protagonistas y, entonces, hace que “Los Adaptables” se sientan mal.

Estos “Adaptables” (que son la gran mayoría de los integrantes de la cena) son gente normal, a la que le gusta disfrutar de “El Graciosillo” y “El Dramático” de forma equitativa. Sin embargo, a ellos algunos de los extremos de “El Pasota” les sacan de quicio ya que, aunque para ellos todo es complementario, siempre debe cumplirse una regla: que todo se respete y que las cosas se tomen como deben tomarse, algo que “El Pasota” suele no poner en práctica.

En el cine pasa exactamente lo mismo.

El Graciosillo” y “El Pasota” son gente con la quieres ir a ver una comedia o una película de terror mala por la simple razón de que se mezclan el ingenio, la sátira y las bromas de ambos con lo que vemos y oímos en pantalla y entonces así la diversión se multiplica por siete. Lloras de la risa.

El Dramático” en una comedia permanecerá callado o quizás suelte alguna “risotada” espontánea y poco convincente… En definitiva: no molestará. A pesar de esto, todos sabemos que su género es el drama. Le encanta porque así puede desahogarse y darse cuenta al mismo tiempo de que sus melodramas son cuentos infantiles cerca de las posibles desgracias que a uno le pueden pasar.

Finalmente, “Los Adaptables” son mano de santo veas lo que veas. Se adaptarán a la situación de cachondeo de la comedia y a la dramática por igual.

Sin embargo, no te vayas con “El Pasota” a ver cualquier película ya que, como no le guste, su rol en la sala pasa a ser el de “Desinteresado Impertinente” y a esos no quieres tenerles cerca en un cine (a no ser que tú también estés en ese plan, ya que la solución a vuestros problemas será levantarse de la butaca e irse).

Más Allá de la Vida, es un drama para “Los Adaptables” y “El Dramático” porque no es una película fácil. Al “Dramático” le gustará, porque él es el Drama hecho carne, y a los “Adaptables” les podrá gustar… o no. Pero, en definitiva, se comportarán y respetarán el filme.

Como podéis haber visto, a esta película no puedes ir con cualquiera. Esto se debe a que es una historia bastante mística y espiritual y el tema protagonista no es un tema sencillo ni atractivo para muchos… Así que, cuidado.


● Primer y Segundo Plato.
El primer y segundo plato ya son más secundarios… Si el entrante ha estado fenomenal y en el primer y segundo no disminuye mucho la calidad o el estilo de comida no cambia mucho, el cliente pedirá satisfecho un postre porque estará contento.

Pero, como sean una decepción de platos o utilicen esa salsa de mostaza que tanto odias para rociar el filete que te has pedido… Arde Troya. ¿Es que en el restaurante no se dan cuenta de que no nos gusta el cambio? El plato se quedará como está: lleno. Sólo volarán del mismo las patatas fritas.

Con una película, la receta es exactamente la misma.

Si la película pega un bajón considerable, antes de que falten 40 minutos para que se termine el filme, ya estaremos hartos y, pase lo que pase, mejore o no mejore, aparezca o no la protagonista en ropa interior o no, maten al personaje que tantísimo detestamos o no, no nos gustará. Ya está, la película y su decaída han marcada un antes y un después en mi opinión y, por ello, calificaré al largometraje de “basura”. Incluso puede que me levante de la sala para mostrarle al mundo mi indignación y para no perder más tiempo viendo semejante “engaño”. No vamos a pedir ni el postre.


En Más Allá de la Vida, satisfechos con ese potentísimo comienzo, la película nos hace sumergirnos en tres historias distintas, muy profundas y místicas, que claramente terminarán conectándose de una manera u otra.

El transcurso de la película no es para nada igual de impactante que el principio de la misma pero, sin embargo (y siempre de nuestro subjetivo punto de vista), el filme se va desenvolviendo de forma prudente y tranquila, siempre manteniendo al espectador con interés acerca de los distintos tres personajes: de lo que les pasa, de lo que sienten, de cómo van a proceder…


Además, Clint nos va a mostrar la muerte desde un punto de vista muy espiritual y personal, desde el punto de vista de los médiums y de la capacidad de hablar con los muertos (ojo: nada parecido a El Sexto Sentido). Todo en la película será algo terriblemente sobrenatural y la muerte se convertirá en esta especie de experiencia no abarcable ni comprensible por gente normal, que será capaz de mover a tres individuos de diferentes lugares del mundo a un mismo lugar, a una misma hora, para que ahí, todo tenga sentido.

¿Sobrenatural? ¿Eastwood está melancólico? ¿Es que el Sr. Eastwood no se da cuenta de que no nos gusta el cambio? ¿Qué les ha pasado a sus historias realistas y dramáticas, con toques de absoluto agobio y giros finales sobrecogedores? ¡Clint! ¿Por qué me engañas?


Nosotros, contestamos: “Eastwood, me encanta cómo me has engañado. Me encanta cómo has abordado este tema y cómo has conectado las historias… Me encanta ver que en tus películas también hay espiritualidad y misticismo en torno a la muerte. Me gusta tu punto de vista sobrenatural y, considero, que eres muy valiente al haber hecho esto porque estoy seguro de que sabías que este complejo proyecto iba a ser criticado por lo diferente que es al resto de tu obra”.

● El Postre.
Como ya hemos dicho, si el segundo plato no te ha gustado… La gran mayoría de comensales pasarán del postre.

Sin embargo, habrá una pequeña cantidad de los mismos que querrá darle una oportunidad más a la velada y, por ello, procederán a pedirse un postre.

Con esta película pasa lo mismo… Habrá gente a la que el final le guste pero, probablemente, esos espectadores serán aquellos que a lo largo del filme se han visto hipnotizados por la historia. Todos aquellos que hayan encontrado demasiados “bajones de calidad” en la película, verán en el final uno más: poco original.



● La Propina.
Más Allá de la Vida es un filme más de nuestro admiradísimo Clint Eastwood (responsable de filmes recientes como Gran Torino, El Intercambio o Invictus), que cuenta con la participación del conocidísimo Jason Bourne (Matt Damon, un actor que con el tiempo va haciéndose cada vez mejor de forma notable) y de Cécile de France (una actriz francesa no muy conocida de forma internacional).

La película no sólo destaca por su director y su reparto, sino también lo hace (y quizás no de forma favorecedora al filme) porque el tema principal de la película es la muerte abordada desde un punto de vista muy profundo, tierno y quizás, en ocasiones, ñoño. Como le ocurre a la protagonista de la historia con su novela, esta película será rechazada por muchos por el tema tratado; por lo personales que es y por el clarísimo componente sobrenatural. Una verdadera pena.

Parece una tontería, pero este tema no resulta muy atractivo para muchos espectadores y, menos aún, para los fans de Eastwood, que no están acostumbrados a sumergirse de forma profunda en un reflexión acerca de lo que hay después de la muerte.

Vale que en muchos de sus filmes (por no decir todos) siempre se nos presenta la muerte. Pero considero que, si lo hace, esto es a través de un sendero pedregoso y brutal; nunca desde un punto de vista espiritual o, como ya he dicho antes, “de reflexión”.


A nosotros la película nos gustó mucho: las actuaciones son muy buenas (el niño flojea, pero al ser un niño se lo perdonamos), la banda sonora (que corre a cargo del propio Eastwood) es simple pero efectiva, y la historia, a pesar de parecer muy lenta, no lo es. Y engancha… siempre y cuando te intereses y empatices con los protagonistas.

Nosotros, después de pensarlo mucho, nos hemos dado cuenta de que la última vez que acudimos a este mismo restaurante, salimos mucho más decepcionados: el plato que nos ofreció la casa entonces (un tal Invictus) no nos terminó de convencer… Y, después de  este nuevo plato llamado Hereafter, sabremos que el restaurante sigue siendo lo que era y que, su dueño, nos sigue convenciendo.

Desde aquí, la propina que dejamos después de verla es generosa y al salir del establecimiento, si nos encontrásemos al dueño, le diríamos:

Clint, si esta película no la hubieses hecho tú, probablemente habría tenido mejores críticas.
Qué malo es el cambio ¿eh?




Jerry.

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